Comentario
Los hallazgos arqueológicos realizados hasta el momento no permiten hablar de una ciudad concreta, sino de una zona geográfica, más o menos delimitada por las características que éstos presentan. Es precisamente en la actualidad la arqueología quien puede aportar novedades para revisar lo relacionado con la cultura tartésica. En este sentido el estudio de las estratigrafías de Carmona, Colina de los Quemados, Ategua, Cabezo de San Pedro, Lora del Río, así como de los poblados de Medellín, Riotinto o Carambolo y las necrópolis de Setefilla y Medellín han aumentado las perspectivas de nuevos análisis.
El horizonte cultural tartésico arranca del Bronce Final y experimenta una evolución determinada por dos factores, su propio desarrollo interno y la influencia de los pueblos colonizadores del Mediterráneo. En la evolución de este horizonte cultural tartésico, que no es uniforme, podemos distinguir tres grandes fases:
1. Período inicial, con una cronología incierta entre el siglo IX y mediados del siglo VIII a.C., definido por la ausencia de cerámica hecha a torno, que demuestra la falta de contactos directos con el Mediterráneo central y oriental. Algunos autores hablan de este período como fase última del Bronce Final del Suroeste andaluz.
2. Período medio, entre mediados del siglo VIII o un poco antes y los primeros años del siglo VII a.C. Continúa la cerámica hecha a mano, aunque aparecen las primeras piezas a torno, y se documentan las primeras relaciones con la colonización fenicia.
3. Período final, desde los inicios del siglo VII y hasta mediados del siglo VI, etapa en la que se intensifica la influencia colonial fenicia, se generaliza la cerámica a torno, aumenta el comercio de minerales, todo lo cual da como consecuencia la orientalización de la cultura tartésica.
Pero junto a elementos de cultura fenicia aparecen en el sur de la Península entre los siglo VIII y VI a.C. piezas griegas, sobre todo de cerámica dentro de yacimientos de filiación fenicia o pertenecientes al ambiente tartésico.
Para García y Bellido, Blanco Freijeiro y Blázquez, Tartessos es el resultado del impacto orientalizante (fenicio y griego) sobre las poblaciones indígenas del suroeste peninsular. Para otros investigadores, en lo referente a la cultura material, lo tartésico sería lo indígena y todo lo oriental encontrado en el sur de la Península sería foráneo.
En resumen, podemos decir que a comienzos del Bronce Final se produce un cambio en el horizonte cultural de esta zona con la aparición de elementos nuevos. El sur y sureste de la Península presentan una facies cultural característica y propia que se extiende a lo largo del Guadalquivir, Huelva y, con sustanciales diferencias, el sur de Portugal hasta la desembocadura del Tajo, con presencia de nuevos tipos cerámicos entre los que sobresalen la cerámica de retícula bruñida y la geométrica pintada. Tartessos no es el período orientalizante de Andalucía, sino algo más complejo, donde el período orientalizante es sólo una fase.